Un bebé en la familia y no es el nuestro

mano de bebé y adulto

Un bebé en la familia y no es el nuestro

Los tratamientos de reproducción asistida son largos y a veces no terminan bien, lo que se esperaba “solucionar” en un par de ciclos se alarga meses y a veces años. El sufrimiento de los tratamientos, los duelos de los resultados negativos, las esperas y el desgaste en el proceso pasa factura emocional.

Mientras tanto la vida sigue, hermanos, primos, vecinos y amigos van aumentando sus familias, se anuncian embarazos, se envían ecografías por whatsapp, nacen bebés… y la pareja infértil tiene sentimientos encontrados.

Por un lado están felices, son sus amigos y sus hermanos o primos los que tienen bebés, les ven contentos y quieren compartir esa alegría pero no lo consiguen completamente, son unos sentimientos agridulces. Durante el embarazo, les recuerda que otras personas son fértiles, que no tienen problemas reproductivos y que éste proceso para ellos es divertido, gratis y sencillo. Cuando el bebé llega, ven con alegría y tristeza que ellos no pueden tener la tan ansiada recompensa y para otros está al alcance de sus dedos. No es envidia, es dolor de todos los tratamientos fallidos ¿por qué no pueden salir bien? y es incertidumbre ¿algún día tendré un bebé como ellos?.

La familia y los amigos no saben cómo actuar. Si desconocen la situación de la pareja infértil, actuarán de manera despreocupada y torpe sin saber el dolor tan profundo que les causan (a ver cuándo tenéis uno vosotros, a ver si se os pasa la edad, etc.), porque la sociedad no está educada en la infertilidad y su tratamiento. No todas la personas pueden tener hijos, de hecho un 15%  de las parejas, según la OMS padecen infertilidad. Cuando animan a un infértil a tener un hijo es como animar a una persona con una sola pierna a que corra un maratón, no pueden, no están en igualdad de condiciones y si un día consiguen “correr” será tras un largo camino de tratamientos y dolor.

Si se conoce la situación de la pareja infértil tampoco es más fácil. Tendrán dudas de cómo actuar, si compartir su alegría, si hablar delante de ellos del futuro bebé o no, etc.  pero si no la comparten también sienten que los excluyen y tampoco quieren eso. A veces, intentando ser “generosos” les ponen el bebé en brazos, les invitan a bañarlo o a pasearlo, les “ofrecen a su bebé para calmar su dolor” y ocurre todo lo contrario, la pareja infértil no quiere tener un bebé en brazos que no sea suyo, que le recuerde lo que ellos no tienen, no quieren el bebé de otros, quieren el suyo. Además, las otras personas de la familia que no pasan por tratamientos de infertilidad, que no están buscando tener un hijo y que creen que podrán tenerlo con facilidad cuando quieran, (hermanas, primas, etc.) disfrutan del “bebé juguete”, bañarle, acunarle, cambiarle de ropa será una fiesta, mientras la pareja infértil mira con dolor la escena desde la distancia.

Por ello el consejo es doble:

  • Si la familia o amigos conocen su situación, la pareja infértil debe explicar qué quiere y qué necesita (nosotros os llamaremos para quedar, o haremos visitas cortas, etc., y eso no quiere decir que os queramos menos o que el bebé no nos importe, es que necesitamos un tiempo y todo esto nos recuerda nuestra dolorosa situación). Hablar y aclarar las necesidades y sentimientos.
  • La familia o amigos, tienen que respetar los tiempos de la pareja infértil, ellos mismos se irán acercando al nuevo sobrino o primo, ellos quieren ser parte de la vida de ese niño pero les causa dolor. No malinterpretar que su distancia se debe al desinterés y sobre todo no pensar que el nuevo bebé no les importa o le quieren menos por la situación que viven.

Ante cualquier duda, hablar y preguntar. La infertilidad es una enfermedad invisibilizada y desconocida, y los sentimientos que lleva asociados son muy complejos de expresar y de interpretar.

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