23 Jul Mi bebé ha muerto
La muerte de un bebé siempre es desoladora, pero en reproducción asistida es especialmente devastadora para la pareja, porque el final del duro camino reproductivo, lleno de dificultades y fracasos, vuelve a ser una noticia terrible, la peor.
Cuando muere el bebé el duelo que comienza no se parece a ninguna otra pérdida que se haya sufrido, el componente hormonal que vive la madre y el shock traumático de la pérdida para ambos padres hacen que este duelo sea realmente difícil de transitar.
El cuerpo dice una cosa y la mente otra, el deseo alimentado durante meses imagina una cosa y la realidad se impone. La pareja está en shock y las reacciones son múltiples y van desde la frialdad afectiva y la indiferencia hasta el llanto, la crisis de ansiedad, etc. Todas ellas válidas y todas ella se deben respetar. Cada pareja tendrá su camino y su ritmo para recorrerlo.
El sentimiento de pérdida es igual que con la muerte de un adulto pero más inesperado porque muerte y vida se tocan en un momento donde es impensable: el nacimiento.
La muerte puede ser intrauterina antes de las 15 semanas o posterior a las 15 semanas, en ambos casos la primera reacción será querer sacarlo y acabar con todo lo antes posible. Sin embargo, muchas emociones intensas se vivirán esos momentos o días y habrá que manejarlas.
Cuando la pareja estaba preparada para tomar las decisiones de qué ropa ponerle, qué visitas recibir o cómo llevar al bebé a casa, tiene que enfrentarse a otras decisiones muy distintas, hacer o no una autopsia, decidir una cremación o entierro, dejar el cuerpo a disposición por el hospital o donarlo a la ciencia.
Es además una muerte en familia, los abuelos, los tíos, los hermanos -si los hubiera-, todos pierden el miembro que esperaban con tanta ilusión, y en todos ellos hay emociones intensas. Hay que entender el proceso de duelo que pasará, los sentimientos de enfado, culpa, negación, etc. Y en especial al padre, que suelen vivir la experiencia aislado y ocultando sus sentimientos
La sociedad tiene un tabú para hablar del duelo perinatal, y prefiere silenciarlo. Pero el hecho de no hablarlo no ayuda, la realidad existe y negarla o ignorarla solo hace que la pareja se sienta más incomprendida y sola. Además el entorno, con torpeza, comenta, “ya tendrás otro”, “no lo conocíais”, “igual venía mal”…. Todo esto solo deslegitima la vivencia y desautoriza el duelo.
La pareja, aunque al principio quieran estar aislados, luego pueden buscar ayuda en la familia, en los amigos, en grupos de ayuda o en psicólogos especializados. Hablar con personas que han vivido la pérdida de hijos durante el embarazo o tras el nacimiento vincula a la personas desde esas emociones tan particulares y, también pueden recibir el apoyo de un profesional para transitar por uno de los duelos más complejos que puede vivir el ser humano. El duelo suele durar varios meses hasta un año y cuando pase la intensa emoción inicial, la tristeza puede durar años, apareciendo en los aniversarios y en ocasiones especiales.
En el caso de parejas en reproducción asistida se une el estrés de volver a empezar el proceso si así se decide, y la incertidumbre de conseguirlo. Cada pareja debe decidir si intenta otro embarazo o no, y si están preparados para ello física y psicológicamente. Tener otro bebe, no significa reemplazar al fallecido, nadie es reemplazable, significa eso: tener otro hijo.
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